domingo, 1 de abril de 2018

ACERCA DE LA FE


A IMPORTANCIA DE LA FE

"La fe es la fuerza que sostiene la vida, tanto en el individuo como en la sociedad, y la que le mantiene en movimiento hacia arriba y hacia adelante. Es, por tanto, la fuerza que une al hombre con el futuro. Cuando se tiene fe, se puede albergar confianza en el futuro, aún en períodos en que los sueños o las esperanzas no parecen que vayan a cumplirse".

Es difícil hablar de la fe. Fe en qué. Cuando se trabaja en terapia se pretende ayudar a recuperar la capacidad de sentir placer. La tarea del terapeuta es comprender que le ocurre al paciente, mientras que la tarea del paciente es profundizar en los conflictos emocionales que bloquean el flujo de los sentimientos. Descubrir aquello que dificulta la respiración y la motilidad del cuerpo, esto permite sacar al paciente de su estado depresivo y en ocasiones, permitir que su estado y su comportamiento quede estable y sano.

Una persona con fe no se deprime, y a su vez, una persona deprimida es alguien que ha perdido su fe. Una persona deprimida es alguien que se encuentra perturbada psicológica y físicamente. Estas personas han perdido la capacidad de sentir placer, y se sienten gravemente disminuidas. Es preciso recuperan esa capacidad. Los pacientes recuperados, nunca hablan de haber encontrado una fe que les ayudara a vivir; pero vistas las cosas de manera retrospectiva, es claro que la han reencontrado.

La persona con fe no se deprime, es decir que hay conexión entre su depresión y la falta de fe. Actualmente, en la sociedad ha aumentado mucho la desilusión y la pérdida de fe, y juntamente con ello la enfermedad denominada depresión. Nuestra fe se ha ido minando en forma progresiva.

Si recordamos que la ansiedad y la depresión forman parte de un miso síndrome y pensamos en la cantidad de drogas que se consumen para controlar esos estados (tranquilizantes, antidepresivos, sedantes y píldoras para dormir), nos podemos hacer una idea de su ubicuidad. La persecución frenética de la diversión y la demanda continua de estimulante apoyan esta observación.

Ante la desilusión y la pérdida de fe, sólo hay que hablar con la gente para darse cuenta de lo desencantada que está del mundo de hoy. Los que más reclaman son los jóvenes, con su uso de drogas  recreativas, por su parte, los mayores comparten recelos similares, al ver constantemente el deterioro de los valores morales, un progresivo aumento progresivo del deterioro religioso y comunitario que ligan al bienestar de un hombre con el de otro, conjuntamente con la disminución de la espiritualidad, y un aumento del énfasis en el dinero y el poder. Nuestra fe se ha ido minando progresivamente. Lo paradojal de esto es que la humanidad ha vivido tiempos mucho más difíciles y no ha ocurrido esto.

Cuando se pierde la fe, parece perderse también el deseo y el impulso de alcanzar cosas, de comunicarse y luchar.

Creo que no importa qué dioses se adoren o qué creencias se tengan, siempre que la fe sea profunda. La fuerza que se da a la fe no está en su contenido sino en su naturaleza.

Por otra parte, seguir las reglas es un camino seguro para no hacerse daño; pero no es el camino del placer ni de la fe en la vida.

Para la mayoría de los psiquiatras esta implicación religiosa parece introducir un factor místico que no se puede estudiar ni controlar por medios objetivos ni explicar por medios científicos y racionales. Su resistencia a emplear este término es de alguna manera comprensible. Pero esa postura, que es tan evidente en Freud y otros autores psicoanalíticos, no debería impedirnos examinar el papel que juega la fe en las vidas humanas.

Al tratar de comprender la relación del hombre consigo mismo y con su mundo no podemos olvidar el concepto de fe. La fe pertenece a un orden de experiencia diferente del conocimiento. Es más profunda que el conocimiento puesto que a menudo le precede como base de acción y continua afectando al comportamiento incluso cuando su contenido es negado por el conocimiento objetivo.

La persona que no tiene fe no puede amar, y la persona que no puede amar no tiene fe.
A pesar de que corren tiempos difíciles, la mayoría de la gente de tiene una especie de fe interior en que las cosas van a salir bien. Creo que esta fe en el proceso ordenado de la vida es lo que sostiene a la gente en sus actividades diarias.
Si no tuviéramos fe en que nuestro esfuerzo iba a ser bien recompensado, faltaría la motivación para esforzarse. La necesidad no es un no es un incentivo suficiente. Los pacientes depresivos tienen la misma necesidad de funcionar que todo el mundo, pero eso no los mueve. Se han rendido; han perdido la fe y se han resignado a morir.

La intima conexión entre pérdida de fe y muerte aparece clara en situaciones de crisis. En asuntos de vida o muerte la fuerza de la fe puede ser un factor decisivo que empuje al hombre a sobrevivir allí donde otros mueren. Sólo aquellas personas cuya vida tiene algún significado tienen la fortaleza para seguir vivos. Aquellos que carecen de dicha convicción se abandonan y mueren. No tiene la voluntad para seguir luchando por su vida. Se puede decir que la gente fuerte tiene fe y la gente que tiene fe es fuerte. Se puede decir que un aspecto es reflejo del otro. La fe de una persona es la expresión de su vitalidad interior como ser vivo, igual que su vitalidad es una medida de su fe en la vida. Ambos dependen de procesos biológicos dentro del organismo.